¿Cómo te explico
que me llenabas
sin, siquiera, estar vacía?
Que no te necesitaba,
pero te quería.
Ese fuiste tú,
el que vino con las manos vacías
y, aún así, me lo dio todo.
Qué pena no habernos querido más.
Hubiera sido la calma
en todo ese caos que llamas vida.
Lo sé.
Yo iba a ser lo único que te quitase el sueño.
Ese era mi plan,
que te fugases de tus problemas
con sólo mirarme a los ojos.
Abrazarte tan fuerte
que sintieses que se acababa el mundo
si te soltaba.
Un minuto de silencio por todos los besos que no nos vamos a dar.
Hoy vamos a vernos,
vamos a sonreírnos más que nunca,
pero hechos trozos por dentro.
Vamos a tocarnos más que nunca, pero sólo con palabras.
Creo que no vamos a llorar,
será el peor funeral de la historia.
Cuando vuelva a cruzarme contigo,
seguirá siendo imposible no mirarte.
¿Por qué parece que llevas el desierto en los ojos?
Puede que este cementerio de ojalás sea lo primero y, también, lo último que construimos juntos.