sábado, 25 de abril de 2015

Mi desastre favorito.

No te voy a mentir.
He vuelto a creer en la magia después de ti,
mirando a los ojos a otra persona.

Me duele admitirlo,
pero por un instante,
me sentí completa.
Feliz incluso en tu ausencia.

Toqué fondo,
pero me hicieron volar.
Y, ahora,
sé que el cielo
sólo es cielo
si estás tú.

No he roto ninguna de mis promesas.
Si no tienes alas,
yo me quedo viviéndo(te) sobre el suelo.

Que tú eres más que capaz
de hacer al lugar más triste
el más alegre.
Como quien convierte agua en vino.

Eres la emoción más intensa.
Eres huracán y, a la vez,
primavera.
Eres terremoto y, a la vez,
alegría.

Eres mi desastre favorito.

Así que déjame vivirte despacio,
que quiero tragarme
todos los agujeros negros
que quieren absorbernos.

Quiero recorrer 
con los dedos
todos los caminos
de tu espalda.

Hasta llegar a ti.


jueves, 16 de abril de 2015

Abril.

Tú, que me llamas tristeza,
cierras con fuerza los ojos,
para no ver que eres tú quien vacía mi pecho.
Que eres tú quien me ahoga.

He decidido no darte más.

Esta es nuestra última batalla.
Si tú te quedas contigo,
yo me quedo conmigo.

He roto todo aquello que sellaste con tus besos.

Tu corazón debería temblar,
porque he abierto los ojos.
Y el amor ya no es ciego.

Puedo ver que tú me has hecho ruinas,

como Roma, como Atenas,
que siguen siendo hermosas
a pesar del desastre.

Te doy permiso para llorarme,

pero en silencio.
No vaya a ser que te escuche
y decida dar la vuelta.

Quédate aquí,
sin hacer ni decir nada,
como siempre.
Borraré mis huellas,
y dejaré sólo una en ti.

Y, por mí, que llueva.


Que de borrar las tuyas, 

se encarga Abril.

jueves, 2 de abril de 2015

Luchador fallido.

No me mereces.

Porque intentaste ser guerrero cuando había paz,
por cobarde.
Intentaste ser mi primavera en un invierno, 
pero sólo me dejaste infiernos.
La verdad es que no esperaba más de ti, 
tampoco menos. 
Sólo esperaba, esperaba por ti.
Por un asesino que mata el tiempo,
un luchador que fracasa.

Fuiste un áspid fallido,
mordiéndome las piernas,
reptando por mi piel.
Dejando un dulce veneno que,
otro ya ha succionado de mi cuerpo.

No me mereces, por cobarde,
por no disparar.
Ahora ya no puedes dar en el blanco.

Quédate.
Quédate tu sonrisa,
tus promesas, las mías...

Pero, antes, 
sé valiente por una vez y vete. 
Vete para siempre, para no volver.