sábado, 20 de junio de 2015

Voy a morir por no matarte.

Sólo quería decirte
que me voy a morir 
en cuanto te vea llegar,
con esa preciosa sonrisa
y tu forma de mirar.

Que me voy a morir
cuando me veas,
como casi siempre, 
con los nervios floreciendo
desde lo más profundo de la piel.

Me verás reír
como queriendo disimular
que te quiero,
como si jamás hubiese hecho
de ti poesía.

De nosotros, poesía.


Voy a hacer 
como si nunca hubiese sido
derrotada por el impulso
de decirte lo que siento,
como si en las madrugadas
estuviera dormida.

En vez de pensándote.

En vez de versándote...

Voy a simular que no se me va la vida en tu sonrisa.
Y he pensado que si tengo que morir, 
será
por
no
matarte.

lunes, 15 de junio de 2015

Desnúdate, primavera.

Nunca llores,
tú,
que llevas poesía en los ojos.

Nadie diría al verte
que bajo tu ropa
hay cicatrices.

No llores,
tú, que inundas de dulzura
a todo aquel que te ve sonreír.

Nadie podría imaginar
que el silencio
está matando tu luz.

Deja a un lado la cordura,
que es para mediocres.
Desnúdate de tapujos.

Anúdate a la vida,
enamórate de ella.
Enamórate de ti.

Arroja todos tus peros
al cubo de la basura.
Que acaben en vertederos.

Podrías volver loco
a cualquier poeta
con tu voz y tu letra.

Podrías haz temblar
al mundo entero.
Con los labios sin pintar.

Porque llevas
todo el color
en los ojos.

Despierta tu apetito,
y cómete el mundo.
Florece, mi primavera.

Despídete de todo lo malo,
después de diez mil años,
deja el miedo atrás.


             Verás, las estrellas no deben llorar,
                                                   
                                                              las estrellas brillan.













No temas cegarnos con tu luz.
Si abres las alas, puedes llegar aún más alto.


viernes, 5 de junio de 2015

Los sauces siguen tristes, pero sólo lloro yo.

Me he asomado
a lo que queda de ti,
y siento un vértigo aterrador
porque me encuentro a milímetros
de caer en tu olvido.

Sólo queda sombra,
y tengo miedo de no ser primavera
por marchirtarme en tu memoria.
Me aterra no volver a ser yo.

Me mato callándome,
porque las ganas
a veces son veneno.
Y prefiero perderme
que perderte.

Estoy completamente aturdida,
no sé si ahora vienen curvas
o esto es la recta final.
Pero temo oírte mi nombre.

Sé que es absurdo quererte,
pero lo absurdo es propio de mí:
tengo un reloj que lleva meses parado
y un calendario sin fechas marcadas.

No entiendo de distancias
si se miden en metros,
ni sé nada del olvido
si se trata de ti.

Voy a cuidarme las espaldas
para que nadie me destierre
de tu terreno más blando.
Ni siquiera tú.

Estoy perdiendo el equilibrio,                                                             
pero intentaré                                                
hacerte sonreír                                     
hasta el último segundo            
antes de morir.