A pesar de mis bajones, de mi nerviosismo, de mi inseguridad estoy segura de algo: estoy segura de lo que tengo, de mi familia y mis amigos.
Sobre todo, desde que me he ido, los amigos han jugado un importante papel en mi vida. Yo ya sabía que la amistad era importante, de hecho, sé que si no hago social en algún lugar en el que estoy, me muero de la pena, me mataría lento y dolorosamente el sentimiento de soledad. Por eso, hoy quiero hablar de lo importantes que son para mí mis amigos...
Quiero hablar de lo difícil que resulta, para mí, estar fuera de mi casa, de mis amigos de siempre. A veces sufro pensando que se olvidan de mí o pensando que quizás yo me puedo olvidar de ellos. Así que, para sentirme arropada allí también, me creé una familia, unos amigos con los que puedo contar en cualquier momento. Personas que siempre están pendientes de mí, y de las que siempre estoy pendiente, personas con las que disfruto, con las que lloro. Son personas que saben todos mis miedos, mis preocupaciones, que aguantan mis días tontos, personas con las que me río, con las que comparto muchas cosas... Son personas que sé que siempre están ahí, haciéndome reír, y a las que ya quiero y tengo como importantes en mi vida.
Estas personas constituyen, para mí, una familia nueva. Es algo muy especial ya que no tenemos ningún tipo de parentesco, ni nos conocemos desde pequeños, sino que, de repente, nos hemos unido. Les debo mucho a estas personas, sois especiales para mí, haciendo de algo que es duro, algo llevadero, divertido.
Os lo debo todo, por arroparme en los malos momentos y por hacerme reír en los buenos, por abrazarme cuando lo necesito y por obligarme a estudiar cuando no me apetece, por preocuparos por mí y por quererme.
Yo también os quiero y me alegro muchísimo de que forméis parte de mi vida, una importante parte.
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