Alba Mugón
viernes, 13 de junio de 2014
Yo me quedé.
Me quedé con su nombre, su voz, su mirada, su enorme sonrisa y sus tonterías. Él desapareció. Yo le miraba cada vez que parecía estar distraído, disimuladamente. Yo le dedicaba un ratito de mi tiempo, tan sólo pensando en lo que podría haber pasado.
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