Has cometido la locura de quererme,
incluso conociendo antes más defectos que virtudes.
Has decidido dar un paso sin saber si habría suelo,
existiendo la posibilidad de caerte.
Arriesgaste y, ¿para qué engañarnos? me has ganado.
Por eso, te cansarás de escuchar lo mucho que te quiero
y, si me das la espalda, esa será mi excusa perfecta para hacerte caricias.
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