Soy consciente de todas y cada una de mis rarezas.
He llegado a ver absurdo el dramatismo con el que antes vestía mi vida. Una vida feliz en la que lo tuve todo.
En ocasiones he llegado a reirme de mi propio dolor, sólo para sacarme a mí misma una sonrisa.
Si me he mojado la cara llorando no es porque quiera tener algo que nunca que tuve, sino porque echo de menos a quien estuvo. No era capricho, sino necesidad.
No sé si me arrepiento de mis errores, porque son ellos los que me han hecho ser como soy ahora mismo.
Nunca estoy segura de nada de lo que hago, vivo dentro de una situación de alerta constante. Lo único de lo que estoy segura es del amor que le tengo que a mi familia, de que son lo más necesario.
2 comentarios:
Ojala alguien sintiera lo que sientes tu pero por mi. Me encanta como escribes eres una crack.
Jilla, aún he leído ahora tu comentario. ¡Muchas gracias!
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