domingo, 8 de febrero de 2015

Por esta misma razón.

Ojalá tuviera valor para contarte que,
a través de mi ventanalas horas pasan lento,
y que estas pacientes y frías calles están deseando verte caminar...
También temo decirte que, cada noche, 
justo en ese instante en el que tú te duermes, 
a mí se me apaga la luz.
Se me acaba el día, como en el "adiós" de cada llamada.
Voy a callarme que desearía tenerte a mi lado, 
que mi sofá se ve triste desde que no se te ve a ti, 
que tu sonrisa fue mi mayor ilusión.
Tu sonrisa era la mía.
Podría decirte que pienso que el mejor despertar es a tu lado, 
y que con tu voz suenan bonitas todas las palabras.
Me encantaría que supieses que no hay nada más irresistible que tu espalda, 
y que no existe nada ni nadie
capaz de hacerme sonreír con tanta facilidad.
No te voy a confesar tampoco que, cada vez que me dices algo bonito, 
me matan las ganas de salir a buscarte.

Aunque me muera de ganas, 
no voy a mencionarte que me has vuelto completamente loca.

No voy a declarar que te quiero, por esta misma razón: porque te quiero.






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