No quiero engañar a nadie con un cartel de bienvenida en mi desastre,
prefiero advertir de mi propio peligro.
Prefiero ser la única que tropieza con las piedras que hay en mi camino,
con las piedras que yo misma me pongo.
Por eso, a veces, me encierro a mí misma,
porque no quiero que nadie tenga que oler la tristeza a la que yo apesto.
No quiero que nadie busque en mí la felicidad,
que la felicidad se respira en los parques.
No quiero que nadie piense jamás que yo puedo arreglar su vida,
si soy totalmente incapaz de remediar la mía,
si yo misma tengo que esquivar mis propios obstáculos...
Soy más complicación que alegría.
Soy la primera en odiarme,
y quiero ser la única que se preocupa de los problemas que yo me causo,
la única que sufra por mí,
quiero ser la única que se enfada conmigo.
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