Otra tarde pensando en ti,
guardo tus recuerdos
como quien tiene un tesoro.
Desde aquel beso,
camino sin tocar el suelo
y sueño sin estar dormida.
Me enseñaste
el lugar más bonito del mundo:
tu espalda.
Me diste cobijo en tu pecho.
De manera cruel
-que no intencionada-
me enseñaste un paraíso
en el que no podía quedarme.
En este momento,
no puedo hablar de libertad.
Porque la libertad
se encuentra allá donde tú estás.
La libertad está en ti,
en tus pupilas.
Y yo vivo aprisionada
en tu recuerdo.
Vivo también
con miedo a ahogarme
con todos los besos
que guardo para ti
en la garganta.
No sé a quién pedir auxilio,
no sé si habrá héroes
que hayan luchado
contra el mal de amores ajeno.
No sé si existirá en el mundo
un pecho habitable
que no sea el tuyo.
No sé si habrá alguien más
capaz de hacer revolotear
mariposas bajo mi piel.
No sé si podré mirar a otros ojos
y volver a encontrarme
con auroras boreales
y arcoiris.
No sé si habrá alguien más
capaz de hacer revolotear
mariposas bajo mi piel.
No sé si podré mirar a otros ojos
y volver a encontrarme
con auroras boreales
y arcoiris.
No sé si podré llamar hogar
a otra persona que no seas tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario