martes, 7 de julio de 2015

Aquí me tienes.


Aquí me tienes.

Dispuesta a ser para ti,
dispuesta a ser para siempre.
Proponiendo que esa 
sonrisa solo me salga
si oigo tu voz.

Algo, no sé si biológicamente estúpido,
dentro de mí
ha decidido sin consultar
que sólo me brillen los ojos
si es a ti a quien miro.

Que antes todo era negro o blanco.
O blanco y negro. E, incluso, gris.
Quiero decir, que hasta que te provoqué una sonrisa,
no había visto color.

No te pido que me quieras.
Aunque las estrellas fugaces 
son aún más rápidas
para pasar desapercibidas.

Para que llegue a deshora,
y no me puedan escuchar.
Que ya se han cansado de mí
y de oír tu nombre..

Así, me declaro en huelga de silencio.
Esta es la última vez que
me desnudo en papel para ti.
Que tú pones cerebro y yo, corazón.

Sólo son dos ojos
ante tantas heridas abiertas.
Necesito litros de alcohol,
aunque sé que no hay mejor cura
que tus labios.

Y nada tiene tantos grados...

Aquí me tienes:
moribunda y sin receta médica.
Pero, indudablemente,
tuya.

No hay comentarios: