A veces llegaba a casa triste, sin saber por qué, no parecía haber motivos para encontrarse así. Sin embargo, se echaba sobre la cama y, con ganas de llorar, sentía un vacío. Sentía algo dentro de su cuerpo que no era normal, ella tenía claro que no era un dolor físico, sino que iba mucho más allá...
Era una especie de molestia, no en su cuerpo, sino en su alma. Como un agujero negro que se iba tragando el resto de pedazos que quedaban de ella, haciéndole sentir impotente.
En su cara se reflejaba aquello que no tenía nombre. Todo el mundo le preguntaba "¿Qué te pasa?" y, sinceramente, es más fácil contestar "nada, estoy bien".
viernes, 16 de mayo de 2014
Como un agujero negro.
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