jueves, 27 de marzo de 2014

"Después del humo negro, hay que ser valiente y despertar, y vivir..."

Y, así, te recuerdo, papá.
Cuando íbamos en el coche de viajes y, al final, me las sabía todas todas... Me encanta cerrar los ojos y pensar que estamos en el coche, en aquel Seat Córdoba, con el calor del verano y aquel agobio, las ventanillas bajadas y la música alta.
Y sonrío, te juro que sonrío. Gracias por dejarme estos recuerdos, aunque no estés, tengo estos recuerdos y, en el fondo, estoy sonriendo contigo, con nadie más. Aunque me encuentre sola en frente a un ordenador, no sonreiría si no fuese por ti, por tu recuerdo. Gracias, gracias, gracias.
Ojalá estuvieras aquí, pero desde aquí te doy las gracias por todo. Sé que te siempre te las doy, pero creo que nunca es suficiente, papá. Eres la mejor persona que he conocido nunca, eres inolvidable, ya hace más de un año que te fuiste, pero para mí es como si hubiera sido ayer. Tengo tu recuerdo siempre conmigo, papá, era todo tan bonito... No era como una persona que no está unida a su padre, que casi no se hablaban, tú y yo nos llevábamos tan bien... Te echo de menos, y espero que exista Dios, aunque no creo en él, y que exista un cielo para poder volver a verte. No puedo hacerme a la idea de que jamás te voy a ver, tengo que vivir pensando que en un futuro voy a volver a verte, no puedo pensar que te has ido para siempre, para toda mi eternidad. Tengo una idea en mi cabeza de volver a verte, y abrazarte fuerte. No me gusta mucho profundizar en ella, simplemente tengo que vivir con ella, si me la quitan, me muero. En estas cosas, una se tiene que aferrar a algo para no perder la esperanza, ya no es por miedo a que después de esto no haya nada y yo dejar de vivir, es por volver a veros a todos allí. Probablemente, esto nunca se supere, siempre voy a tener algo dentro de mí recordándome que me falta alguien, una de las mejores personas que han estado conmigo y de las más importantes, como tú, como el abuelo...
Hasta que no llegue el momento de veros, me aferraré al cariño de la abuela, de mamá, Iosune, Albito... de las personas importantes, que siempre sé que van a estar conmigo, de quienes me dan el cariño incondicional, en lo más importante de mi vida, mi familia. Os quiero.

"Que tires pa' alante siempre alegre y elegante"

domingo, 23 de marzo de 2014

Días tristes.

Hoy me he levantado con el ánimo por los suelos, preguntándome a mí misma "¿qué me pasa?" y no he encontrado respuesta. Estoy en un plan observador, examinando todo lo que me rodea y todo lo que hago o he hecho. Al mirar al futuro, me he dado cuenta de que no tengo ilusión por nada, de que no estoy esperando a que pase nada porque en este momento nada me haría ilusión, y eso me quita las ganas de levantarme sonriendo. Me levanto porque me tengo que levantar, vivo porque tengo que vivir. Veo pasar los días y no me ocurre nada emocionante, nada especial, nada que recordar... Mientras, veo a los demás progresar y cambiar. Cuando miro al pasado, ahora veo que hice año a personas que no se lo merecían, a personas que realmente me querían, personas que, ahora me doy cuenta, merecen la pena.
Me llamo tonta a mí misma. Sé que cuesta, pero no me tengo que guiar de lo que los demás me dicen para tomar decisiones que sólo me afectan a mí, podría tenerlas en cuenta pero no debería dejar que influyesen demasiado en lo que yo pienso o siento. Sin embargo, no puedo decir que jamás lo volveré a hacer, me gustaría poder decirlo, pero no puedo...
En este momento, me gustaría pedir perdón a todas esas personas que dejé pasar o que rechacé de mala manera, no con la finalidad de volver a tener algo, sino porque sinceramente me siento mal, por caprichosa, por idiota. No digo esto porque me duela el haber perdido la oportunidad con esas personas, sino porque a mí no me gustaría que me tratasen de esta forma. Fui una auténtica imbécil y esas personas, a día de hoy, siguen sonriéndome.
Hoy, simplemente, me he levantado y me he dado cuenta de que no soy feliz, no por razones del pasado, sino por la falta de ilusión. Porque aún me duele la desilusión, porque me he quedado estancada y siento que no puedo avanzar, que no tengo nada que hacer en ninguno de los aspectos que componen mi vida. Me he percatado de que soy una de esas personas enamoradas del amor, que necesito tener alguien que esté pensando en mí y sentirlo, sentir que está pendiente de mí, al igual que necesito que esto sea mutuo, es decir, que yo también esté pendiente de esa persona. Echo de menos eso de tener una persona que esté apoyándome en todo lo que hago, en la que confíe plenamente... Puede que esta sea la razón de estar tan desganada. Yo no voy buscando a nadie, pero a veces me duele la ausencia y me invaden el sentimiento de soledad y la falta de ilusión haciendo de días corrientes días tristes.

domingo, 16 de marzo de 2014

Desisto.

Ha llegado un momento en el que me siento mal conmigo misma, mal por estar esperando lo que nunca iba a llegar, mal por ser tan ilusa, por haber estado perdiendo el tiempo... Me siento mal conmigo misma por cerrar mis puertas, por centrarme tan sólo en una persona que, cegada por la ilusión, no vi que era imposible para mí. Me siento tonta por haber insistido, me siento pesada, como desesperada por él, por creer...
Soy de esas personas que creen que no existen imposibles, que creen que todo se puede conseguir con paciencia e insistencia, pero ya no puedo más. Se me acaba el tiempo de esperar para nada, la ilusión de verle quizás uno o dos minutos cada fin de semana y que eso no ocurra. Sí, hacía tiempo que no sentía esto por nadie y no quería dejarlo pasar, sin embargo por el hecho de no dejar pasar a una persona estoy dejando pasar mi tiempo. Ahora adentrada en un mar de dudas, me pregunto a mí misma constantemente "¿merece la pena?". ¿Merece la pena vivir con una esperanza, que por mínima que sea, nunca se llega a cumplir?
Y pienso y pienso... y todo el rato siento. Me paso el día pensando y sintiendo, mientras se va acabando la paciencia, mientras veo que los segundos, los minutos, las horas y los días se van consumiendo, mientras se agota la esperanza y la ilusión se va transformando por momentos en decepción.
Quizás tenga razón el que dice que quien mucho espera, se decepciona y quien no espera nada se sorprende. No imagino lo que es no esperar nada, ¿es no sentir?, ¿puedes sentir y no estar esperando a que pase algo? No sería capaz de llevar a cabo ese plan.
Ojalá pudiese hacer como hacía con el resto, como si no sintiese, decir "uno menos". Ojalá pudiese decir adiós y luego no volver, sin que me importe demasiado, sin que me moleste.
Desisto. Saco algo en claro para una próxima vez: no poner el corazón.

miércoles, 12 de marzo de 2014

¿Qué me pasa?

No se puede entender, cuesta pensarlo, imaginarlo, es difícil darse cuenta de que ocurre... De pronto, de repente, de manera inesperada ha pasado algo, por casualidad, no sé el qué ni por qué, lo único que sé es que me he cegado. Me he quedado estancada, he olvidado todo lo de atrás, como si sólo estuviese pendiente de ello, entre unas cosas y otras, tengo poco tiempo para pensar y lo dedico todo a esto. Todo el tiempo esperando como agua de mayo una respuesta y esperando algo en concreto. ¿Y qué? Realmente eso no es lo que más me importa. Tengo algo dentro, siento algo que quiere salir al exterior y ese algo son las ganas y la inhibición. Las ganas de decir lo que siento y la inhibición de ello, el callarme. A veces siento que no puedo más, que tengo que decirlo, pero me detengo, me digo "cállate" a mí misma.
Ha ocurrido todo tan tan rápido que no he podido darme cuenta, cuando he abierto los ojos ya estoy dentro, dentro de un deseo prohibido, de algo que no puede suceder, que no se puede hacer. Sinceramente, esto me trae de cabeza, me vuelve loca, pero me mantiene entretenida, me mantiene ocupada soñando, deseando. Estoy tan ocupada que no tengo tiempo ni de pensar en el pasado y, no de pronto, he olvidado. No he olvidado las historias de amor vividas, pero ya no amo a la persona que en un pasado amé. En realidad, si lo piensas detenidamente es triste, es triste que se haya acabado todo, con la de cosas que hemos vivido, con la de cosas que habíamos pasado. De ello siempre quedarán los buenos recuerdos y un ligero cariño. Sin embargo, ya no hay nada de amor. Ya no extraño a personas, sólo a las muestras de cariño y eso es bueno.
¿Qué me pasa? De repente me he quedado ciega, no me interesa mirar a nadie ni que nadie más me mire, no me interesa sentir el cariño de extraños, de pronto no espero encontrar a nada ni a nadie. Es difícil pensar que exista alguien más así, quizás de momento estoy demasiado ilusionada como para esperar que haya alguien más, sin embargo, todo con el tiempo se pasa...
Es increíble cómo alguien en tan poco tiempo y, que ha aparecido como si de una broma se tratase en tu vida, puede cambiarla.

jueves, 6 de marzo de 2014

Como una quinceañera.

Nunca se lo he dicho, quizás ya le he dicho suficiente, pero en mi interior tengo ganas de gritarlo. Ganas de decirle que me encanta su voz, que me altera, ganas de decirle que me encanta hablar con él. No son las típicas conversaciones sin sentido, en las que no hay nada que decir, sino que siempre tenemos un tema para hablar y, lo mejor es que tenemos muchas cosas en común. Quizás, como ya lo dije una vez, se me fue de las manos... Sin embargo, sería una locura dejar pasar a alguien así. Hacía tiempo que no sentía ese nerviosismo y esa timidez cuando veía a alguien. Hacía tanto tanto tiempo de ello que me siento como cuando tenía catorce o quince años, esa ilusión tan intensa, tan fuerte. Hacía tiempo que no me sentía así, que no sonreía al escuchar a alguien. Llevaba mucho sin acordarme de alguien varias veces al día, tanto que estoy deseando que se despierte para darle los buenos días y, me cuesta dormirme si estamos hablando porque no quiero despedirme, supongo que, por miedo a que no hablemos al día siguiente. Y, así, me paso sonriendo día tras día, con esta alegría, con esta ilusión. Alegría de que exista alguien así, podría describirlo pero no quiero que sepa lo que pienso de él. De esta forma, he decidido estar un poquitito callada, siempre nos tenemos que guardar cosas para nosotros y yo, para mí, me guardo muchas. 
Ese nerviosismo que siento cuando está cerca es increíble, no es malo, es un nerviosismo bueno, que no hace daño, el hecho de no saber qué hacer por si me está mirando... Y, si le miro, esa sonrisa... Una sonrisa que derrite a cualquiera.
Quizás debería sentir rabia y no alegría por no tenerle conmigo, pero una vez que ya has dicho todo lo que tenías que decir, no es tuya la decisión. De todas formas, esta ilusión es lo que me provoca la sonrisa, la sonrisa que muchos llaman "sonrisa de tonto", una sonrisa que sale inexplicablemente vaya donde vaya cuando me acuerdo de él.


"¿Cómo no pude darme cuenta de que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos, que tú estabas tan cerca?"

miércoles, 5 de marzo de 2014

¿Y por qué no?

Una impotencia ha nacido de la ilusión, de la esperanza y de las ganas. El sentimiento de estas tres se supone que también conlleva la paciencia, aunque se te agoten los pensamientos positivos, intentas anular todos los negativos, todo lo que te pueda llevar a pensar en el rechazo. Intentas anularnos, intentas eliminarlos de tu cabeza, intentas que desaparezcan, que no estén ahí. Son pensamientos que hacen daño, los pensamientos pueden contradecir a los sentimientos, y lo que realmente te hace feliz es lo que sientes. Teniendo esto en cuenta, inconscientemente le decimos adiós a todos los pensamientos negativos, a los que nos pueden dañar o nos pueden hacer sentir peor. Pero, ¿qué pasa cuando la paciencia se va acabando?, ¿qué pasa cuando vemos que el tiempo constantemente pasa y que todo sigue igual, cuando se va agotando la esperanza?.
¿Realmente hemos eliminado los pensamientos negativos o están acumulados en lo más profundo de nosotros? Estos pensamientos vuelven a aflorar, los escondemos pero cuando nos sentimos sin fuerzas para continuar, sin esperanza, estos pensamientos vuelven a salir. Las ganas son las mismas, pero el sentimiento de esperanza desaparece por momentos, haciéndonos pensar que ya hemos hecho todo lo que podíamos, que ya hemos jugado nuestras cartas y que se ha acabado el juego y no nos hemos llevado nada. Haciendo que pensemos que, aunque sigamos jugando, ya sabemos que no vamos a ganar.
Y yo, hoy, siento la impotencia de saber que no, de ver pasar el tiempo y que no ocurra nada. Sé que ya he hecho todo lo que he podido, y por eso me pregunto todo el rato y, sin querer buscar respuesta, "¿y por qué no?". Esta impotencia me provoca ganas, pero no ganas de seguir, ganas de gritar lo que siento a cada momento, de gritar y decir lo que quiero sin cortarme un pelo, sin que me importe lo que piensen, digan o quieran los demás. Tal vez sea cansancio, será que estoy cansada de esperar... Quizás sea una mezcla entre ambos.
Quizás sea demasiado débil en algunos momentos, tanto como para llegar a sentir esa desesperanza intermitente, ese cansancio o esa impotencia. Sin embargo, yo siempre me guío por mis sentimientos, los sigo a ellos, y cuando las ganas y la ilusión son intensas, si se pierde la esperanza, se vuelve a hacer.
Por otro lado, sigo siendo feliz porque, al menos, ahora siento.
Por lo menos, vuelvo a tener algo siempre aquí en mi cabeza, que me hace pensar, que me hace sonreír, que me provoca ilusión, me provoca esperanza... Al menos, ahora tengo ganas, tengo algo que me hace soñar...