miércoles, 5 de marzo de 2014

¿Y por qué no?

Una impotencia ha nacido de la ilusión, de la esperanza y de las ganas. El sentimiento de estas tres se supone que también conlleva la paciencia, aunque se te agoten los pensamientos positivos, intentas anular todos los negativos, todo lo que te pueda llevar a pensar en el rechazo. Intentas anularnos, intentas eliminarlos de tu cabeza, intentas que desaparezcan, que no estén ahí. Son pensamientos que hacen daño, los pensamientos pueden contradecir a los sentimientos, y lo que realmente te hace feliz es lo que sientes. Teniendo esto en cuenta, inconscientemente le decimos adiós a todos los pensamientos negativos, a los que nos pueden dañar o nos pueden hacer sentir peor. Pero, ¿qué pasa cuando la paciencia se va acabando?, ¿qué pasa cuando vemos que el tiempo constantemente pasa y que todo sigue igual, cuando se va agotando la esperanza?.
¿Realmente hemos eliminado los pensamientos negativos o están acumulados en lo más profundo de nosotros? Estos pensamientos vuelven a aflorar, los escondemos pero cuando nos sentimos sin fuerzas para continuar, sin esperanza, estos pensamientos vuelven a salir. Las ganas son las mismas, pero el sentimiento de esperanza desaparece por momentos, haciéndonos pensar que ya hemos hecho todo lo que podíamos, que ya hemos jugado nuestras cartas y que se ha acabado el juego y no nos hemos llevado nada. Haciendo que pensemos que, aunque sigamos jugando, ya sabemos que no vamos a ganar.
Y yo, hoy, siento la impotencia de saber que no, de ver pasar el tiempo y que no ocurra nada. Sé que ya he hecho todo lo que he podido, y por eso me pregunto todo el rato y, sin querer buscar respuesta, "¿y por qué no?". Esta impotencia me provoca ganas, pero no ganas de seguir, ganas de gritar lo que siento a cada momento, de gritar y decir lo que quiero sin cortarme un pelo, sin que me importe lo que piensen, digan o quieran los demás. Tal vez sea cansancio, será que estoy cansada de esperar... Quizás sea una mezcla entre ambos.
Quizás sea demasiado débil en algunos momentos, tanto como para llegar a sentir esa desesperanza intermitente, ese cansancio o esa impotencia. Sin embargo, yo siempre me guío por mis sentimientos, los sigo a ellos, y cuando las ganas y la ilusión son intensas, si se pierde la esperanza, se vuelve a hacer.
Por otro lado, sigo siendo feliz porque, al menos, ahora siento.
Por lo menos, vuelvo a tener algo siempre aquí en mi cabeza, que me hace pensar, que me hace sonreír, que me provoca ilusión, me provoca esperanza... Al menos, ahora tengo ganas, tengo algo que me hace soñar...

No hay comentarios: