domingo, 16 de marzo de 2014

Desisto.

Ha llegado un momento en el que me siento mal conmigo misma, mal por estar esperando lo que nunca iba a llegar, mal por ser tan ilusa, por haber estado perdiendo el tiempo... Me siento mal conmigo misma por cerrar mis puertas, por centrarme tan sólo en una persona que, cegada por la ilusión, no vi que era imposible para mí. Me siento tonta por haber insistido, me siento pesada, como desesperada por él, por creer...
Soy de esas personas que creen que no existen imposibles, que creen que todo se puede conseguir con paciencia e insistencia, pero ya no puedo más. Se me acaba el tiempo de esperar para nada, la ilusión de verle quizás uno o dos minutos cada fin de semana y que eso no ocurra. Sí, hacía tiempo que no sentía esto por nadie y no quería dejarlo pasar, sin embargo por el hecho de no dejar pasar a una persona estoy dejando pasar mi tiempo. Ahora adentrada en un mar de dudas, me pregunto a mí misma constantemente "¿merece la pena?". ¿Merece la pena vivir con una esperanza, que por mínima que sea, nunca se llega a cumplir?
Y pienso y pienso... y todo el rato siento. Me paso el día pensando y sintiendo, mientras se va acabando la paciencia, mientras veo que los segundos, los minutos, las horas y los días se van consumiendo, mientras se agota la esperanza y la ilusión se va transformando por momentos en decepción.
Quizás tenga razón el que dice que quien mucho espera, se decepciona y quien no espera nada se sorprende. No imagino lo que es no esperar nada, ¿es no sentir?, ¿puedes sentir y no estar esperando a que pase algo? No sería capaz de llevar a cabo ese plan.
Ojalá pudiese hacer como hacía con el resto, como si no sintiese, decir "uno menos". Ojalá pudiese decir adiós y luego no volver, sin que me importe demasiado, sin que me moleste.
Desisto. Saco algo en claro para una próxima vez: no poner el corazón.

No hay comentarios: